Y el caballero tomo su mano y le dijo “Volveré” mientras
ella le contemplaba con su mirada empapada de lagrimas, tomando su mano, su
mano envuelta en laminas de metal y acero, el acero que no impedía que las
manos de ellos se estrecharan como nunca antes en un adiós que ninguno quería
acabar. La bella joven no emitía palabras solo le miraba, tal vez rogando con
una tierna y triste mirada que la guerra no les separase, que no les envolviera
en una neblina, que la espera no sea interminable… Que de su boca no exhalara ese
adiós tan doloroso e inevitable.
El acaricio el suave e iluminado rostro de la joven en tanto
una flor que le entrego seria el recuerdo, el recuerdo de su inmenso cariño; se
separo de ella y su caballo comenzó a trotar como si la lluvia le persiguiera y
parecía que el acero crujía el adiós que sus labios no decían.
Ella corrió, corrió como nunca detrás suyo tratando de
impedir esa despedida, las capas de su vestido le pesaban pero aun mas le
pesaban sus lagrimas, sus lagrimas llenas de angustia pues en su interior
sabia, sabia en el fondo de su corazón que no habría posibilidad alguna;
ninguno dijo un “Te amo” mas sus miradas podían hacerlo o tal vez, solo tal vez
podría hacerlo cuando sus miradas vuelvan a encontrarse si la fría, la fría
noche le permitiera regresar a ella antes de que el sol le alumbrara.
Lady Sorrow
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