viernes, 10 de agosto de 2012

Las Mujeres James - Capitulo 11º

Capitulo 11º - El ángel de la mascarada  


"Malgasté el tiempo,
ahora el tiempo me malgasta a mí".
William Shakespeare


Y el tiempo paso y muchas cosas cambiado, así como las hojas de los árboles antes de caerse en otoño… Aun recuerdo esa cena con Jamie, Jade, Mick y Robert como si no hubiera pasado ya dos. Yo seguía sin pareja pero para mamá y Jamie las cosas mejoraban, mamá se iba a casar y su novio es un hombre muy culto y serio, a decir verdad creo que su mejor pretendiente hasta ahora; para Jamie todo seguía igual y ella seguía igual de enamorada de Mick como el primer día.

En mi trabajo, las cosas iban no muy bien, mejor dicho, Mick y yo estábamos desempleados, todo fue por una pelea que tuve con mi ex quien era dueño de la tienda de tatuajes y mi cuñado se puso en medio así que los dos estábamos despedidos. Por suerte Mick era un gran tatuador y aunque yo había mejorado mucho, luego de que con mis ahorros y los suyos compráramos una tienda y la ambientamos, aun nos faltaban tatuadotes para poder abrir nuestra propia tienda de tatuajes oficialmente.

Parece extraño que estos dos años hayan pasado en un suspiro, aun más si se le suma la tercera boda de mi madre como acontecimiento principal, parece que la maldición solo me ha afectado a mi…

Esa mañana cuando desperté, encontré a Mick, Robert y Lion, el prometido de mi madre en la cocina.

- Buen día – Les salude para luego encender la cafetera.
- Mal día ahora que despertaste – Dijo Robert con la vista fija en la TV en donde él y su primo jugaban a la play.
- Pues entonces vete a tu casa ingles… ¿Dónde están mamá y Jamie? –Pregunte mirando al hombre quien hacia unos bosquejos de unos planos en la mesa de la cocina.
- Fueron a ver unos vestidos, algo referido a la boda y las damas de honor – Contesto Lion sonriendo.  
- ¿Y tu qué? ¿Qué haces? – Le interrogue mirando lo que dibujaba, sentándome junto a el y bebiendo café.
- Adelanto trabajo, ya que luego de la boda me tomare unas vacaciones… - Respondió el cuarentón. - ¿Recuerdas que dijiste que querías visitar la casa que tengo en el valle? – Pregunto sonriendo. Aquella casa era tan hermosa como un castillo medieval, tan antigua y española que te remontaba a otra época.
- Lo recuerdo ¿Iremos? – Le interrogué sonriendo.
- La próxima semana. Tu madre no quiere que tengamos despedidas de solteros tradicionales, así que esta organizando una mascarada; será una fiesta para ambos – Explico.
- ¡Genial! Que buena idea - Conteste feliz de poder ir a esa hermosa casona.
- ¿Lo que sea con tan de esconder tu rostro verdad? – Pregunto riendo Robert.
- ¡Idiota! ¡Mi cuñada es muy linda! – Exclamo Mick dándole un golpea a su primo.  

Cuando esas semanas pasaron, todo el mundo estaba expectante por llevar sus mascaras y esconderse en el anonimato, en cambio, yo estaba excitada por poder recorrer los pasillos de aquella hermosa mansión.

El plan era que las mujeres y los hombres llegaran por separado, y así en el auto de mi madre 4 vestidos muy enormes y corsés apretados nos limitaban la vista y la respiración a Jade, Jamie, mi madre que conducía y yo.


- ¡Mira eso! –Grite al ver esa espectacular casona antigua de noche, intentado bajar del auto tirando de mi vestido, demasiado pomposo para pasar por la puerta.
- Sus mascaras, niñas- Nos ordeno mi madre entes de entrar. Luego de ponernos nuestras mascaras de estilo venecianos, nos deslumbramos al divisar, vestidos y mascaras por todo el lugar y nadie conocía a nadie, solo mi madre podía reconocer a su prometido corriendo hacia el.

Y así, acompañados por las penumbras de las tenues luces que emanaban de las velas los invitados se hundieron en un mundo alterno, mas oscuro pero mas inocente a la vez, y las mascaras y los vestidos que estaban acompañados de trajes negros nos trasladaban a otras épocas, en donde la música de pianos y violines acompañaban un vals en donde una daba y un caballero. Suspiros y sonrisas se dibujaban en sus rostros y sus ojos indelebles pero casi invisibles a través de esas mascaras les convertían en intrusos de la noche pero huéspedes anónimos de una fiesta, de una mascarada…

Cuando un enmascarado de traje extendió su mano e inclino un poco su espalda, acepte su invitación al baile y en tanto la música sonaba, los pasos que coordinábamos eran iguales y contrarios a la vez, como un zigzag de brisas en el bosque y todo era bello y digno de una novela romántica de Alan Poe hasta que nuestras voces se cruzaron.

- ¿Lita? – Pregunto el muchacho. Dirigí mi vista cubierta por una mascara blanca hacia el y en sus ojos no encontraba mas que un muchacho que bailaba junto a mi.
- ¿Cómo lo sabes? – Pregunte asombrada para luego ver su mano señalando un piercing en mi oreja. Al salir al jardín de esa gran casa tomada de su mano, el señalo una estatua, una hermosa estatua de un ángel, viaja y algo ajada. - ¿No hablas? – Pregunte incomoda.

Note su mirada sobre mi y cuando dirigí la mía hacia el, mi respiración se entrecorto al sentir la suya tan cerca, intimidante y tranquila a la vez y al juntarse nuestros labios ya no quería sentir el lúgubre anonimato que le envolvía como una espesa niebla alrededor suyo, como si de pronto esa persona se hiciera cada vez mas irreconocible para mi, al sentir el deseo de quitar esa mascara que le cubría como un velo negro. El se separo de mí luego de unos minutos y yo suspire mirando aquel ángel que todo había presenciado.



- Aunque esa mascara oculte algo de ti, pareces mas transparente que cuando no la llevas. Eres como ese ángel, de piedra, dura y fuerte por fuera; pero cuando me acerco… estas tan llena de gritas y triste, como el… - Dijo en tanto yo dirigía mi vista al ángel. – Cuando esa piedra que llevas por fuera se rompa, podrás ver por através de esta mascara también; me temo que lo dejes pasar –Agrego para luego llevar sus manos a su rostro y quitarse la mascara que le cubría.  
- ¿Por qué tu? – Pregunte mirando el rostro descubierto de aquel muchacho.
- Ni siquiera eres capaz de saber quien realmente soy sin la mascara… ¿Cómo esperas entender los sentimientos de alguien si no ves mas allá de ti misma? – Pregunto Robert.
- Déjame sola… ingles… - Dije tragándome mi llanto hasta después de verle de espalda, caminando esos cien metros que lo llevaban hacia la puerta trasera de la casa. Me quite mi máscara y me senté abrazado mis rodillas frente aquel ángel. - ¿Así que somos iguales? – Pregunte escondiendo mi rostro entre mis brazos.
- ¿Beth? ¿Qué haces aquí? ¿Estas bien? – Pregunto Mick acariciando uno de mis hombros con su mano.


Volví a ponerme mi mascara al instante.

- Sí, es solo que descansaba mis pies, es que estos tacones me matan – Conteste sonriendo.
- Sí, claro… ¿Vamos a tomar unos tragos? – Pregunto sonriendo de la misma manera, en tanto tomaba mi mano para ayudarme a ponerme de pie. – No te deprimas cuñada, la noche es joven – Prosiguió en  tanto caminábamos a la casa.
- Tienes razón – Dije entrando junto a el otra vez a la fiesta.

Luego de un par de copas con Mick, ya estaba alegre, no se si en realidad cambie o el alcohol había hecho estragos en mi organismo, pero creo… que es lo ultimo.

-¿Quieres hablar ahora?- Pregunto Robert acercándose a mi.
- No – Dije empinando la copa en mi boca hasta beberla completamente.
- ¿Qué quieres hacer? – Pregunto mirándome con una sonrisa.
-¿Sabes lo que voy a hacer Rob? – Dije tomándolo del cuello de su camisa y acercando su rostro al mío, mirándolo con miranda de psicópata. -  Voy a despellejarte entero… y cuando quede tu calavera sola, pelada, insulsa, idiota… ¡La voy a clavar en un palo de escoba!  ¡Ahí voy a salir a bailar! ¡En la playa! ¡¡¡Como un estandarte tu calavera!! –Grite para luego alejarlo de mí. – Eso voy a hacer… - Agregue calmadamente, tomando otro trago.
- Idiota – Contesto el mirándome enojado.
- Pervertido – Replique cruzándome de brazos.
- Te amo – Dijo abruptamente, tomando mi mano, para luego ver que su primo estaba detrás de el.
- Oh, lo siento chicos… Prosigan – Dijo Mick dándose media vuelta, y alejándose, estaba ebrio claro.
- No digas idioteces – Respondí mirando hacia el lado contrario.
- Eres una estúpida… Hablemos cuando el alcohol se haya ido de tu organismo. Dile a Mick que me llevo el auto. – Dijo furioso.
- Mira, cuando te lleves el auto, espero que se te explote el tanque de nafta, y así yo ver ¡A todo tu cuerpo esparcido por Newport y alrededores! – Exclame tomando una copa de champaña al ver pasar a un moso, con una bandeja.
- No creo que pase, parece que tú te la has bebido – Contesto yéndose.


Al día siguiente, por la mañana, desperté en no se que lugar, pero al recobrar la visión luego de frotarme los ojos con mis puños; pude observar un techo alto sobre mi, y al mirar hacia los costados un empapelado antiguo en las paredes me hizo comprender que aun estaba en la mansión.

- ¡Wow! ¡Me siento una condesa! – Exclame sentándome en la gran cama, con un terrible dolor de cabeza, producto de las copas de más de la noche anterior. – Soy Ana Bolena, no mejor Kate Middleton - Agregue riendo con aires de superioridad. – Mierda… Me estoy volviendo loca – Continúe hablando conmigo misma. 


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